Salir del armario


Cuesta normalizar socialmente el consumo de cannabis no tanto porque esta actividad sea más o menos ilegal sino porque para muchas personas el consumo es inmoral. El fundamento moral de la prohibición resulta evidente con sólo analizar la historia de su origen y el discurso que la ha sostenido hasta nuestros días. La pretendida peligrosidad para la salud del consumo no es, de hecho, más que una coartada para legitimar científicamente la persecución de determinados estilos de vida no aceptados por el resto de la sociedad. Con una propaganda oficial que ha venido sistemáticamente unificando el tratamiento informativo dado a todas las drogas, ha hecho creer a ciertos sectores que de consumir marihuana a acabar siendo un yonqui asocial y peligroso hay sólo un paso. Esta percepción ha forzado a que personas perfectamente “integradas” hayan escondido sus aficiones cannábicas no sólo para no ser perseguidos legalmente sino para no dar una imagen errónea de sí mismos ante familiares, compañeros de trabajo o vecinos. Por otra parte en una situación de prohibición tienden a aflorar los comportamientos más exagerados, más extremos, aquellos que conllevan un grado de enfrentamiento mayor con el sistema. Así, el consumo ostensible se convierte en un arma de rebeldía que reafirma la percepción preestablecida. Y permanece en la invisibilidad la enorme masa social de consumidores que esconde su consumo o que circunscribe su condición al más restringido círculo personal. De ahí la importancia que adquiere para la normalización del consumo, imitar la estrategia del colectivo homosexual consistente en “salir del armario”. El mejor mensaje con el que desacreditar las mendaces campañas propagandísticas oficiales que pretenden igualar todas las drogas y tratar a todos los consumidores como enfermos incapaces de controlarse es hacer ver a padres, amigos, y compañeros que es posible usar cannabis sin que ello implique una desestructuración familiar, social o laboral, ni que dejemos de ser buenos chicos. La sociedad debe saber que los fumadores de marihuana también saludan a sus vecinos en el ascensor.