Pues sí, señores ! ¡Hay que frivolizar el cannabis…!

Apenas pude ver más que los últimos minutos de un reciente debate en la televisión catalana sobre el consumo de cannabis, pero la aparente unanimidad de respuestas a la última pregunta del presentador me desconcertó: "En vistas de los aumentos del consumo entre los jóvenes, ¿Se está frivolizando con el cannabis?". Por supuesto se trataba de una pregunta trampa, con la respuesta implícita, y además el presentador exigió de los participantes una contestación rápida, cortando cualquier intento de argumentación. Así y todo, hubo unanimidad, y puestos en la disyuntiva todos asumieron que sí, que se frivolizaba con el cannabis.

Pues bien, dejadme dar la nota discordante, y permitidme contestar a la pregunta como se merece, con la extensión que nunca se permitirá en un medio de comunicación masivo como es la televisión: "No, no se está frivolizando con el cannabis, más bien al contrario: con escasas excepciones se está dramatizando su consumo y todo lo relacionado con él, se está criminalizando a sus usuarios y a quienes lo cultivan, y se está empleando la represión policial contra ellos, de un modo nada frívolo". Esta debería ser, brevemente, la respuesta a la cuestión. Pero iría más lejos, no sólo no se está frivolizando con el consumo de cannabis, sino que es imprescindible que se haga: ¡Banalicemos el cannabis! ¡Frivolicemos el consumo de marihuana! Quitemos a su consumo la aureola de transgresión que ahora tiene, descarguémoslo de prejuicios moralistas y apartemos de los niños la actual atracción que presenta precisamente por estar prohibido y dramatizado. Sólo cuando el consumo de tabaco empezó a banalizarse y a ser considerado una cosa vulgar, se redujeron los índices de consumo juvenil. No sería de extrañar que las actuales restricciones anunciadas para el tabaco alimenten nuevas generaciones de fumadores, que redescubran los placeres de lo prohibido.
Al fin y al cabo, si consultamos el diccionario veremos que frivolizar algo implica tenerlo por trivial y común. Y si hacemos caso a las estadísticas de nuestros moralistas prohibidores veremos que cada vez más personas tienen el consumo de cannabis por algo trivial y común, algo normalizado como un hábito más de sus vidas o de sus momentos de ocio. Otra cosa es que los prohibidores que nos gobiernan quisieran que aquello que cada vez es más normal dejara de serlo. Es lógico que ellos prefieran mantener en la oscuridad y el misterio el consumo de cannabis, aun cuando lo haya probado casi la mitad de la población, y forme parte de la vida de millones de personas. La voluntad de quienes critican la frivolización es mantener el dramatismo falsario que la prohibición necesita para sustentarse.

Pero es que además, ¿qué se considera "frivolizar el cannabis"? ¿Acaso no se frivoliza el consumo de alcohol? ¿Cualquier información que tenga en cuenta que muchos consumidores de cannabis los usan sin problemas, es considerada una frivolización? Por supuesto, la acusación de frivolizar no es más que un argumento de distracción para que no veamos lo evidente: Podemos tomarnos más o menos a broma algunos aspectos de la cuestión, pero la norma en lo referente al cannabis es el dramatismo y la propaganda descaradamente tremendista. Acompañados de detenciones, multas y cárcel. Lo que ocurre es que la realidad es terca, y sostener la terrible peligrosidad del cannabis es complicado, sobre todo cuando para cada vez más gente su consumo es algo normal, comun, trivial… frívolo incluso.