Persecuciones del café, el alcohol y el tabaco


Los doctores Sir Clifford Allbut, profesor de medicina interna en la Universidad de Cambridge, y Walter Dixon, profesor de Farmacología en el Kings College de Londres, se referían así a los efectos de cierta droga: “Quien los sufre está tembloroso, y pierde su auto-control; sufre ataques de agitación y depresión; pierde el color y su apariencia es demacrada. El apetito decae, y se le manifiestan síntomas de afección gástrica. El corazón también se resiente; tiene palpitaciones o arritmias. Como con otras sustancias similares, una nueva dosis del veneno proporciona un alivio temporal, pero a costa de un sufrimiento futuro.” Estas palabras se escribieron a principios de siglo, referidas al café, a fin de hacer ver la necesidad de su prohibición. Cuando el café estaba prohibido en Rusia, con horribles penas para quien traficara con él, su maldad era evidente y se justificaba también por motivos sanitarios y psiquiátricos: estaba demostrado que los marineros, al beber cantidades ingentes de café, se volvían violentos y excitables.

Respecto al alcohol, solo mencionar la Ley Seca, ese experimento social que provocó en Estados Unidos, mientras duró, adulteraciones, violencia, desarrollo de las mafias y corrupción de los poderes públicos. Un ejemplo práctico de lo que sucede al prohibir las drogas, aun con buena intención.

Y el tabaco, prohibido ya totalmente en algún país, es un firme candidato a ir siendo arrinconado y, finalmente, prohibido, si no fuera por el dinero que ingresan los estados gracias a él.