Hipocresía institucionalizada


Emilio Lamo de Espinosa, en su excelente libro "Delitos sin víctima", reflexiona sobre los códigos morales, su repercusión en las leyes y las percepciones sociales. Cuando una conducta es tenida por viciosa, las leyes actúan por una parte para disuadir de esos comportamientos desviados y, por otra, para reforzar y mantener el código moral que las define así. Ejemplos de estas conductas pueden ser la homosexualidad, la prostitución o el consumo de drogas. Delitos sin víctima pero que se sancionan por atentar contra unas normas morales. Algunas prohibiciones se perpetúan y otras acaban desapareciendo del código moral y, finalmente, de las normas legales.

Una de las etapas por las que atraviesan estas prohibiciones es la que Lamo de Espinosa califica de "hipocresía institucionalizada": cuando va creciendo la duda en una sociedad sobre la evidencia de la inmoralidad de una conducta, lo que pasa a reprimirse ya no es tanto la ruptura de la norma, sino el hecho de que esa ruptura se haga pública. Se permite y tolera el vicio en privado, pero se persigue su publicidad o su apología. Pasa a ser la opinión, más que la conducta, el objeto de la persecución. La realidad existe, pero, manteniéndola escondida, no es necesario modificar el código moral y legal. Esta hipocresía tiene otra función, "permite que las violaciones de la norma no se difundan excesivamente y sean, por así decirlo, experimentadas antes de ser públicamente rechazadas o aceptadas".

Las actuales políticas sobre el cannabis y su percepción social muestran que nos encontramos en esta etapa. La parte buena es que una de las salidas posibles de esta situación es que, finalmente, se acepte la normalidad de lo antes prohibido. La parte mala es que esta situación puede volverse crónica, pues se crean dos monopolios interesados en mantenerla: el de los guardianes de la moral, que pueden seguir ejerciendo como tales sin modificar sus preceptos; y el de los infractores de la norma con capacidad para mantener su vicio en privado, pues, en tanto no sean indiscretos, no se les molestará y, por tanto, no verán la necesidad de exponerse a luchar por un cambio normativo real. Pero deberíamos recordar que lo importante no es poder fumar marihuana a escondidas, sino poder hacerlo, o no, en libertad.

1 Comentarios:

Anonymous Alejandra said...

Muchas gracias por compartir tu conocimiento, muy interesante tu articulo.

11:00 p. m.  

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