Espacios de tolerancia: Brechas legales en la prohibicion del cannabis



(Ponencia presentada en 2004, en el encuentro interdisciplinar "Cannabis: Sobre el Derecho y la Salud" celebrado en Oñati y Patrocinado por el Instituto Internacional de Sociología Jurídica, en Oñati)


Desde hace años el interés por todo lo relacionado con el cannabis no ha dejado de crecer. Sea para alabarla o denostarla, vuelve a hablarse de esta droga. Se ha incrementado espectacularmente el número de usuarios; ha disminuido la percepción de riesgos asociados a su uso; se ha extendido el conocimiento y el interés respecto a sus usos terapéuticos; y, junto con un evidente aumento de la tolerancia social al respecto, se ha intensificado también su persecución, hasta el punto de que el Partido Popular amenazaba con realizar reformas legales para perseguir incluso delitos de opinión, tanto los relacionados con la “apología del consumo”, como con las informaciones necesarias para su cultivo.

Ahora, la derrota electoral del Partido Popular, defensor tradicional del prohibicionismo más ortodoxo, abre además nuevas expectativas. La previsible involución en las libertades civiles de los consumidores de cannabis con las que amenazaba hace algunos meses el ministro de Interior, entrará ahora en vía muerta.

Estos son los algunos de los factores que definen la situación actual:

- Se parte de un importante sustrato teórico antiprohibicionista en nuestro país, con notables aportaciones al debate y la historiografía del problema de las drogas, y que ha servido para difundir en nuestro país los argumentos en contra de la prohibición.

- Se está empezando a consolidar, desde la segunda mitad de los noventa, un importante movimiento asociacionista que propugna, contra la prohibición, autocultivo. Una formula que combina el sentido práctico, la desobediencia civil, y la resistencia pacífica. De ahí el auge que en los últimos años ha tenido esta modalidad de suministro de cannabis para el autoconsumo, obteniéndose un producto de mayor calidad y libre de las adulteraciones del mercado negro. Y, además, sin enriquecer a las mafias ni a los corruptos. Indicativo de este crecimiento del cultivo de marihuana es la aparición de centenares de tiendas en toda España destinadas a ofrecer productos y semillas para que uno pueda tener, al filo de la ley, su propio abastecimiento.

- Ha resurgido el interés entre la opinión pública y los medios de comunicación hacia el uso medicinal del cannabis. Aunque sus propiedades terapéuticas eran conocidas desde hace miles de años, la eficacia de su consumo para aliviar las nauseas en los tratamientos contra el cáncer y el SIDA ha dejado patente lo injusto y cruel de una situación legal que priva a los enfermos de aquello que puede aliviarlos. Por otra parte la dificultad de definir donde acaba el uso social y donde empieza el medicinal, ha debilitado las posiciones más ortodoxamente prohibicionistas.

- Internet y la aparición de revistas especializadas, han propiciado la difusión y cohesión de los planteamientos antiprohibicionistas, y han potenciado entre los usuarios de marihuana la conciencia de grupo y las consiguientes "salidas del armario" de usuarios antes clandestinos.

En este contexto, pretende ser ésta una reflexión sobre las brechas legales que permiten cuestionar la prohibición esencial sobre las actividades que giran alrededor del cannabis. Brechas legales a las que prefiero llamar espacios de tolerancia y que, por una parte, alivian la presión de la prohibición sobre los consumidores de cannabis y, por otra, constituyen peligros evidentes para el mantenimiento de las concepciones prohibicionistas.

Por otra parte estas reflexiones se enmarcan en un determinado contexto personal e ideológico. El seguimiento durante años de las noticias relacionadas con el mundo cannábico, así como la publicación de artículos de opinión en Cáñamo, la más veterana publicación cannábica en castellano, me han permitido observar la evolución en la última década de este resurgir del debate sobre la legalización del cannabis. Mi intención ha sido siempre aportar elementos de juicio para responder a una pregunta esencial: ¿Por qué se mantiene una prohibición a todas luces injusta e ineficaz, que aporta más problemas que los que pretende resolver? Entender la prohibición de las drogas en general, y de la marihuana en particular, su extremo más absurdo, puede ser un modelo para entender cómo funcionan otras dinámicas sociales. Las explicaciones científicas, médicas, económicas o morales no son individualmente suficientes para entender esta situación, las respuestas no son simples sino fractales y complejas.

Creo además que la comprensión del escenario donde se desarrollan estos cambios debe hacerse partiendo del concepto esencial de los delitos sin víctima, y sus implicaciones necesarias: fundamentos morales del problema con las subsiguientes cargas emocionales asociadas, y una situación actual de semitolerancia que crea inseguridad jurídica al tiempo que enquista las actitudes conservadoras y dificulta los cambios.


Espacios de tolerancia

Cuando nos referimos a los espacios de tolerancia, a las brechas legales en el edifico prohibicionista, debemos concretar respecto a qué actividades se ejerce dicha tolerancia o, en su ausencia, la persecución.

Los actos relacionados con el cannabis a los que vamos a referirnos son el cultivo, la tenencia, el consumo, la cesión remunerada o no, y por último, la emisión de informaciones u opiniones referidas a alguno de los aspectos anteriores. Cada una de estas facetas presenta, como veremos, particularidades y potencialidades propias a la hora de marcar líneas de evolución futura del tratamiento legal y social referido al cannabis.

Debemos tener presente que en España el carácter legal, ilegal o alegal de estos actos deriva principalmente de las siguientes fuentes: las convenciones internacionales, el Código Penal, la Ley de Seguridad Ciudadana y las interpretaciones que al respecto de las anteriores hacen los órganos judiciales, en particular el Tribunal Supremo. Especial importancia tiene considerar que la redacción del Código Penal es tan abierta que castiga cualquier acto que de algún modo pueda fomentar el consumo o el cultivo de drogas, sin distinguir entre unas y otras más que en las penas asociadas.


Cultivo

El cultivo encuentra su espacio de tolerancia en las interpretaciones que hasta ahora han hecho los jueces al respecto: dado que el consumo no es ilegal, la tenencia para el consumo tampoco lo es y el cultivo puede entenderse como un aprovisionamiento y una tenencia necesaria para realizar un acto no delictivo.

A esta interpretación se acogen los jueces que absuelven a cultivadores a quienes no se ha podido demostrar intención de comerciar con la marihuana que cultivaban. Pero, en la práctica, no existe un número de plantas permitido, ni está explícita ninguna tolerancia al respecto. De hecho, las noticias referidas a las incautaciones son desalentadoras, mostrando como se malgastan recursos en perseguir a ciudadanos inocentes que cultivan su propio cannabis.

Pese a todo, el cultivo se ha popularizado en los últimos años, dando lugar a la aparición de muchas tiendas relacionadas con todo lo necesario para el cultivo: desde información hasta semillas, pasando por abonos y lámparas para convertir un pequeño armario en un sistema para proveerse de una sustancia de calidad sin tener que pasar por el mercado negro.

En particular, el comercio de semillas es uno de los aspectos más polémicos, con distinto tratamiento legal en función del país, incluso dentro de la Unión Europea. No incluidas en las convenciones internacionales, las semillas y su comercio son legales en nuestro país, aun cuando el anterior gobierno pretendía modificar la legislación para prohibir su venta.


Tenencia y consumo

(Aunque en España el tratamiento legal es similar en ambos casos, es curioso destacar que no siempre es así. En algunos cantones de Suiza es legal la tenencia y el comercio de marihuana pero no su consumo excepto como ambientadores y como elemento de aromaterapia, unos particulares espacios de tolerancia que sirven, obviamente, para facilitar el uso lúdico.)

La tenencia y consumo de cannabis tienen un particular marco de tolerancia, con grandes inseguridades para el consumidor. Estrictamente hablando, la tenencia de cualquier droga para consumo propio es legal, si bien la Ley de Seguridad Ciudadana castiga la tenencia de cualquier cantidad de droga, así como su consumo público, con una sanción administrativa; una multa que puede evitarse sometiéndose a un pretendido seguimiento clínico para evaluar la “rehabilitación” del consumidor.

La multas por tenencia y consumo, sus implicaciones en las estadísticas referidas a los tratamientos de “desintoxicación”, y la inseguridad que crea la posibilidad de registros personales en busca de droga basados en perfiles sociológicos, raciales y estéticos, son uno de los aspectos más importantes en esta situación.


Comercio y cesión

Este es hasta el momento la actividad que más se resiste a ser invadida por espacios de tolerancia. La “cesión entre consumidores” y la venta de “cantidades insignificantes de droga”, eran los dos paraguas bajo los que podía hasta hace poco encontrar alivio a la prohibición. Las recientes revisiones de los criterios del Tribunal Supremo al respecto, convierten ahora este aspecto en más delicado, pues de hecho se considera que cualquier cesión, aun no remunerada, es constitutiva de delito y acarrearía, por consiguiente, penas de cárcel. Sólo queda pues la interpretación flexible de los jueces, cuestionada por el Tribunal Supremo en sus reciente revisiones de sentencias.
Últimamente parece tomar fuerza la idea, en algunas localidades ya una realidad, de las asociaciones de consumidores. No se trataría de agrupaciones reivindicativas sino “clubes de consumidores” que se reúnen abiertamente para realizar una actividad legal: consumir marihuana. Una versión “sólo para socios”, de los coffeeshops holandeses. Son asociaciones legales, con estatutos aprobados por algunas comunidades autónomas, y que, claramente, permiten definir lugares de encuentro donde se crea una inevitable opacidad ante las actuaciones policiales.



Información y opinión

Los derechos referidos a la información y a la opinión se dan a menudo por descontado, pero no hace falta ir a otros países para ver que no es así (en Francia, sin ir más lejos, se persigue la imagen de la hoja de marihuana como apología del consumo de drogas). Antes de su sonada derrota electoral, los planes anunciados por el Partido Popular pasaban por silenciar a las publicaciones relacionadas con la cultura cannábica, a quienes atribuían la responsabilidad de los incrementos en las tasas de consumo y en la disminución entre la sociedad de la percepción de riesgo asociados a su uso.
La libertad de expresión es, y no es poco, la cobertura legal de la que hasta ahora disponemos. Pero algunos políticos y juristas conservadores se han mostrado repetidamente partidarios de que se considerase delictiva la “apología del consumo” y la “información necesaria para el cultivo”.



Usos médicos de la marihuana

Cabe añadir además que el uso terapéutico de la marihuana, una realidad que se empeñaban en negar los prohibidores del PP, aporta nuevos espacios de tolerancia a todos los comentados. En este sentido es interesante tener presentes los avances al respecto en el Reino Unido, en Estados Unidos o en Canadá, donde, con diferentes formulaciones, se persigue la misma finalidad: hacer la marihuana, y no sus derivados sintéticos, accesibles dentro del marco legal para los pacioentes que encuentra en ella alivio a sus dolencias.


Resistencia prohibidora

Frente a estos espacios de tolerancia se encuentran fuerzas importantes que los cuestionan y que pretenderían reducirlos o, directamente, acabar con ellos. La intromisión politizada de la ciencia, con investigadores a cargo de quienes perpetúan la prohibición encargados de encontrar coartadas pseudocientíficas al mantenimiento y endurecimiento de la prohibición es, en este sentido, uno de los aspectos más novedosos e interesantes.
Para entender también las complicidades y silencios respecto a la persecución de estas actividades debe tenerse en cuenta que el tratamiento social y legal de la marihuana hoy en día deriva de la unificación sistemática que la propaganda antidrogas ha realizado entre el cannabis y el resto de drogas, fomentando la imagen según la cual fumarse un porro era la puerta de entrada a una tragedia que culminaba con la muerte por sobredosis de heroína. Hoy el prohibicionismo está aun fuertemente enraizado en nuestra sociedad. En su mantenimiento influyen la inercia histórica; el silencio cómplice de quienes, desde el campo de la medicina y la ciencia conocen las bases acientíficas de la Prohibición y el de quienes prefieren optar por la ignorancia pese a que su papel público o profesional debería hacerles más críticos; la deformación de percepción que supone conocer sólo los casos conflictivos de consumo de drogas e ignorar su uso mayoritario no problemático; la coartada moral que para muchas personas supone saberse víctimas y enfermos sin voluntad, redimiéndoles esto de la necesidad de afrontar las consecuencias de sus decisiones; las restricciones legales con que la ciencia debe encarar los estudios sobre los efectos de las drogas y, en especial, sobre las ventajas de su uso responsable; o la autocensura de muchos científicos e intelectuales que, por no ser tachados como defensores de ‘la Droga’, prefieren callar o directamente adscribirse a las posiciones oficiales sobre la materia.

Pese a la fragilidad de la antes monolítica prohibición, quedan, es cierto, algunos puntos importantes que sustentan aun la prohibición, y que mantienen gran parte de la fuerza que siempre han tenido entre la opinión pública:

- El proteccionismo sanitario y el énfasis en los riesgos. Se tiende a vincular la posibilidad o no de legalizar, con la definición científica de los riesgos.

- La teoría de la escalada sigue manteniendo parte de su fuerza, pero, reducido el riesgo de la heroína, costará cada vez más de sustentar, si bien los defensores de la prohibición intentan convertir ahora las drogas de síntesis en la nueva sustancia a temer.

- Los argumentos morales se encuentran ahora transmutados en un discurso de defensa de los "niños y los jóvenes" , donde la juventud se alarga hasta donde interese para mantener la tutela paternalista.

- No hay que menospreciar, como factor de resistencia al cambio, el peso de las políticas antidroga de Estados Unidos, adalid de la cruzada mundial antidrogas, y poco dispuesto a aceptar una extensión de políticas liberalizadoras respecto al uso de sustancias psicoactivas

Probablemente la evolución futura de los acontecimientos no pasará por grandes avances liberalizadores sustentados en espectaculares reformas legales, sino en la ampliación o disminución de los espacios de tolerancia antes citados, o de los que puedan surgir. Estos espacios, que relajan la presión prohibicionista, son el mismo tiempo un importante enemigo para sus fundamentos ideológicos, pues normaliza socialmente una realidad cuya prohibición solo puede sostenerse en el mantenimiento de los prejuicios, el miedo y la desinformación. Así pues, no se trata de un equilibrio estable, pues la petición de más libertad se enfrentará, probablemente, a ese fanatismo que redobla sus esfuerzos cuando olvida sus objetivos, como decía Santayana. Los prohibidores intentarán atacar estos espacios de libertad. Defenderlos no es sólo una cuestión de pragmatismo político ante la realidad de una prohibición ineficaz e injusta, sino, sobre todo, una imperativa rebelión moral contra los intentos liberticidas de recortar derechos civiles esenciales.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo said...

hola mellamo ruben y kiero saber como consigo el uso terapeutico de la marihuana avisarme a mi mail tano22_2006@hotmail.com

12:42 a. m.  

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