El mito del consumo infantil de drogas

Uno de los argumentos que con más insistencia y vehemencia esgrimen los prohibidores, es la protección a los niños y los jóvenes, aspecto éste al que me he referido en anteriores comentarios. Pero poca gente es consciente de hasta que punto la información objetiva que proporciona el propio Plan Nacional sobre Drogas muestra lo falaz de esta argumentación y lo alejada de la realidad que están las percepciones públicas del problema.

En primer lugar, quiero repetir lo evidente: a efectos legales, sólo cabe distinguir entre minoría o mayoría de edad. La protección a los jóvenes, cuando no son menores de edad, no es más que un pretexto paternalista para imponer normas de conducta a personas adultas. No caben, pues, más distinciones: un mayor de edad de 18 años ha de gozar de las mismas protecciones a este respecto, no más, que una persona de 50.

Aclarado este preámbulo, consultemos los datos oficiales para averiguar el primer elemento de reflexión: la edad media en que los españoles se inician a los consumos de drogas. Las edades medias de inicio de consumos de alcohol y de uso diario de tabaco son 16,7 y 18,3 respectivamente. La edad media de inicio a los consumos de drogas ilegales aun crecen más: cannabis (18,5), éxtasis (20,3), cocaína (20,9), heroína (22). Es decir, se mire como se mire, lo normal es que la gente se inicie en los consumos de drogas en edades cercanas a la mayoría de edad legal, una convención fijada ahora en los 18 años, y que una sociedad que creyera más en educar en la responsabilidad podría estabelcer en los 16, por ejemplo. Bueno, se me podrá decir, una cosa son las edades medias de inicio al consumo, y otra cosa diferente es que, con todo, demasiados menores consumen drogas. Veamos, datos oficiales en la mano, si las cosas son realmente así. Según los datos más recientes, los correspondientes a la encuesta sobre uso de drogas entre estudiantes de secundaria de entre 14 y 18 años, un 25 % de estudiantes han consumido cannabis en el mes anterior a la encuesta. Pero hay que tener en cuenta que la distribución por edades, entre 14 y 18, no es homogenea; así, sólo un 10 % de estudiantes de 14 años se encuentran en esta situación, frente a un 36,3 % de quienes ya tienen 18 años. Ahora bien, si dejamos el caso del cannabis aparte, el resto de porcentajes de consumo “infantil” resultan ridículos: 3,6 % de usuarios de cocaína (sólo un 0,5 % de consumidores menores de 15 años); 1,3% de usuarios de éxtasis ( sólo un 2 por mil de consumidores menores de 15 años); 1,4% de consumidores de alucinógenos (sólo un 4 por mil menores de 15 años). Por lo irrelevante de las cifras, no se recogen los datos relativos al consumo de heroína a estas edades. Lo curioso es que estos insignificantes datos en la prevalencia de los consumos se superponen a una percepción de disponibilidad de las sustancias muy alta: un 87,7 % consideran muy fácil conseguir cannabis, un 37,7 % considera muy fácil hacerse con cocaína; y un 23,7 % considera muy fácil comprar heroína.

¿Podemos concluir algo de estos datos? Algunas cosas. Por ejemplo, podemos observar que no es hasta los 16-17 años cuando las cifras de consumo empiezan a crecer, siendo sólo significativas en el caso del cannabis, cosa lógica por lo demás al ser una sustancia que, pese al discurso prohibicionista oficial, resulta de consumo más inofensivo que el tabaco o el alcohol. Por otra parte se constata que son muy pocos los “niños que se drogan”, debiendo reducirse aun más los porcentajes si nos refiriéramos exclusivamente a consumos problemáticos. ¿Por qué se sigue insistiendo pues en el peligro que las drogas representan para los niños? Porque es una magnifica excusa para mantener, incontestada, la represión contra los adultos, a los que se quiere seguir tratando como a niños.

(Todos los datos obtenidos del Plan Nacional sobre Drogas: Encuesta domiciliaria sobre abuso de drogas 2003 y Encuesta estatal sobre el uso de drogas en eseñanzas secundarias 2004)