El extasis, prohibido



Cuando aparece este derivado de las anfetaminas es aclamado por psiquiatras y terapeutas como un fármaco maravilloso. El MDMA dirige su actuación directamente sobre el sistema empático de quien lo usa: se facilitan las relaciones con los demás, y el terapeuta puede acercarse al paciente con más efectividad. Pronto se convierte en droga de moda en cierto tipo de cultura juvenil: raves y música tecno popularizan el consumo. La rápida popularización de la sustancia despierta alarma. No se trata de proteger a la población de ningún peligro conocido, pero si algo es muy usado, razonan los veladores por la Salud Pública, es prueba de que genera adicción. Declarado ilegal a todos los efectos, el éxtasis deja de poder usarse ni siquiera en investigación. Desde ese momento, empiezan a circular por el mercado negro productos inidentificables con contenidos de MDMA imprevisibles. Los usuarios dejan de conocer lo que toman y se crean unos hábitos de consumo donde éxtasis, anfetaminas y, en muchas ocasiones, simple cafeína, son comprados a precio de oro y usados en discotecas. Por todo ello, los datos sobre el uso real de la sustancia ya no podrán tenerse, y los estudios en profundidad sobre sus efectos y sus aplicaciones se postergarán sine die.